Los chips o sistemas microfluídicos tienen aplicación en una gran variedad de campos, como la química, las ciencias ambientales o la investigación médica. Por ejemplo, los chips microfluídicos pueden emplearse para imitar la estructura compleja, el microambiente y la función fisiológica de los órganos humanos, detectar drogas, realizar pruebas de toxicidad, o en ensayos de células madre.