Lograr un consumo casi nulo de energía implica, muy a menudo, aprovechar diferentes fuentes de energía renovable. La combinación de bombas de calor que funcionan mediante aerotermia, aprovechando la energía del calor del aire, con los paneles fotovoltaicos que aprovechan la radiación solar para producir electricidad, resulta una de las más eficientes y que más éxito están teniendo en las construcciones actuales. La combinación de estas dos tecnologías permite almacenar la energía eléctrica sobrante en los momentos de producción fotovoltaica pico en forma de agua caliente sanitaria o en forma de agua caliente o fría para climatización. Esta agua climatizada es utilizada después, en los momentos valle (de menor producción fotovoltaica), sin suponer ningún consumo energético. Esto transforma los depósitos de agua en auténticas pilas de energía que ofrecen una eficiencia mucho mayor que las baterías de acumulación eléctrica.
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